El concepto central que estructura ésta obra, parte de una cohesión que une
fotografía a cargo del artista Argamonte y la música compuesta por los
convocados a tal efecto, sumando un hilo conductor que es el poema de Juan L. Ortiz,
“El Aire Conmovido”.
Un recorrido que articula el poder del
blanco y negro con un lenguaje musical bosquejado, con la imaginación de unos
músicos que se ajustan como guante al encuentro entre dos praxis como lo son,
la música y la fotografía.
A cada imagen le corresponde una
composición y esa funcionalidad se transfigura en recursos narrativos que se
mecen entre abstracción, ingravidez,
experimentación abierta e improvisación; creando un universo sonoro tan
fascinante como particular sustentado por un recorrido productivo en
exploraciones variopintas.
Pablo Ledesma tiene un discurso que lo
identifica donde vaya, con alternancia de sonidos largos y cortos, remarcando
dramatismo o melancolía según amerite. Es un gran músico que cubre todos los
frentes; ejemplo de evolución bien entendida, con gran preparación intelectual
desde lo musical. Pepe Angelillo
estimula la empatía con el saxofonista, ambos con colaboraciones de larga data,
Mono Urtado expone claramente su toque, sin por ello eliminarle dificultad y
Martín Misa despojado de colorismos aporta belleza y riesgo por partes iguales.
Estamos ante una de las obras de
producción local más importantes del año en cuanto a edición y puesta en escena,
que se inmiscuye por los meandros de fuerzas creativas que construyen un estado
de perpetuo suspenso. Si Andréi Tarkovski los hubiese escuchado.
“El semblante de la música es una bella
mudez a los ojos plenos de sentido”
Jean Paul Sartre
Argamonte - Fotografía
Pablo Ledesma - Saxo Soprano y Alto
Mono Hurtado - Contrabajo
Pepe Angelillo - Piano
Martín Misa – Batería y Percusión
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