AI terminar la presentación del libro
“Juego de Damas”, del periodista e investigador Edgardo Carrizo, estaba
charlando en el hall de la
Sala Enrique Muiño con Lucía Montero, vocalista de tango e
hija del músico y fotógrafo Rodrigo Montero y la inolvidable cantante de jazz
Lois Blue. En dicho momento hizo su aparición la joven cantante Barbie Martínez,
que al igual que las artistas que participaron del recital interpretó dos
standards con gran solvencia, demostrando idoneidad y garra. Al verla, Lucy
corrió a su encuentro y le dijo con entusiasmo: "Seguí así. por este
camino, ¡Vos sos la sucesora de mamá!". Barbie se sonrojo, por emoción o
por pudor, seguro, transparentando una enorme satisfacción al escuchar
semejante halago y a la vez carga de responsabilidad. Porque Lois Blue, nacida
como Lucía Claudia Bolognini Miguez, en la ciudad de La Plata, en 1912, fue no sólo
una pionera, sino una intérprete vocal y pianista por cuyas venas coma la
sangre del jazz con toda su negritud, considerando este término como un valor.
Me contaba mi padre, que hacia mediados de la década del treinta, tuvo el inmenso
placer de escuchar en una reunión privada en casa de Lois, al legendario
cuarteto vocal norteamericano The Mills Brothers en una fugaz visita por la Argentina, valiendo como
ejemplo de la constante oportunidad que tuvo de vivenciar momentos con grandes músicos
que suplieron una formación académica. Y siempre consideró al Jazz y al Swing
como sinónimos.
Hace pocos días recibí de parte de mi
hijo Humphrey un regalo impresionante: una colección encuadernada de la
inhallable revista especializada “Síncopa y Ritmo”, fundada por Don Femando
Iriberri, En el número de Mayo de 1944, apareció la noticia del debut de Lois
Blue, tras haber actuado con otras agrupaciones, como lady crooner de Héctor y
su Jazz, bajo arreglos de Martín Darré en los micrófonos de Radio El Mundo.
Quedaron como testimonio 23 versiones grabadas de dicho acontecimiento, como la
iniciática “Paducah”, para el sello RCA Víctor. Casi un cuarto de siglo más
tarde, tuve el placer de conocerla personalmente y contactarla para algunas
sesiones que organizaba el inolvidable Círculo Amigos del Jazz de Buenos
Aires. Acompañándose al piano, con gran carisma, deleitó a los aficionados con
temas como "As time goes by”, del film “Casablanca”. De allí en adelante
trabajó en el circuito nocturno local, cuando el panorama era dominado por
expresiones populares, o mejor dicho, popularizadas.
Hasta que en 1980 tomó una decisión
fundamental: radicarse en los Estados Unidos. Primero en Los Angeles y luego en
Nueva York, hizo su rutina en innumerables clubes nocturnos o bares, siempre
ligada a su pasión jazzística. Y a partir de 1994 hasta su muerte en 1999, fui
un privilegiado en recibir domingo por medio, su llamado telefónico, que
también compartí con el amigo platense Sergio Pujol y el compositor Virgilio Expósito,
a quién llegó a ubicar en diversos sitios de América cuando viajaba. Como
columnista de jazz de la revista “La
Maga”, me informaba de todas sus actividades, desde que
estaba hablando en una cabina del Central Park, vestida con su buzo de jogging
para no perder su silueta, hasta su amistad con Ruth Ellington, hermana del
famoso “Duke” y sus presentaciones en Harlem. Pero, fundamentalmente, lo que no
dejaba de preocuparle era saber nuestra opinión sobre quién era “más negra”
cantando: su conocida colega Paloma Efron (Blackie) o ella, después de más de
sesenta años de sana competencia y de los primeros registros de ambas. Lois
Blue: genio y figura.
Por Carlos Inzillo
No hay comentarios:
Publicar un comentario