domingo, 24 de noviembre de 2019

MÚSICA Y MATEMÁTICAS


John Coltrane ha sido indiscutiblemente uno de los grandes genios de la música del siglo XX y, como otros músicos antes que él, reconoció la relación entre las matemáticas y la música, una relación que permitía acercarse al entendimiento y a la experiencia de lo divino.

Una de sus obras maestras más alabadas, A Love Supreme (álbum que iba a llamarse Allah Supreme), es una oda a la divinidad basada en un poema a Dios: Coltrane toca una nota por cada sílaba del poema.

Años antes de componer esta obra, Coltrane tuvo una experiencia religiosa que, según él, le permitió superar una larga adicción a las drogas.

En la última parte de su trabajo experimentó con la influencia de la espiritualidad oriental, particularmente el hinduismo.


"Coltrane hizo de la música un viaje espiritual matemático"


Coltrane creía que ciertos sonidos y escalas eran capaces de detonar significados emocionales específicos y que la música podría incluso usarse para afectar la naturaleza o curar a las personas. El músico debía entender las fuerzas subyacentes en el sonido, para aplicarlas y producir sonidos capaces de conducir las emociones e influir en las fuerzas naturales.

El dibujo mostrado aquí fue dado por Coltrane al saxofonista Yusef Lateef en 1967 y éste lo incluyó en su texto Repository of Scales and Melodic Patterns. Lateef escribió que la música de Coltrane fue "un viaje espiritual" que "abraza los temas de una rica tradición de música autofisiopsíquica".



domingo, 17 de noviembre de 2019

METHENY 2020


El guitarrista ya tiene en la gatera un nuevo proyecto de título : "De Este Lugar"  que, se publicará el 21 de febrero de 2020. El disco cuenta con diez composiciones de Metheny, a la que se suman el baterista Antonio Sánchez, la bajista Linda May Han Oh y el pianista Gwilym Simcock, así como la Hollywood Studio Symphony dirigida por Joel McNeely.

Lejos del sonido ECM desde hace largo tiempo, ha tenido siempre la visión de aggiornarse a los tiempos que corren, desde un conglomerado de tendencias, con gusto irreprochable y un relato sustentado en el jazz,  sin perder su condición de melodista eterno, ostentando un discurso único e identificable.


 

domingo, 10 de noviembre de 2019

JUAN BAYON - EL SONIDO DE LA DIFERENCIA



La filosofía y crecimiento del movimiento local dedicado a corrientes en permanente mutación compuesta por agitadores creativos para explorar territorios libres; radica en una tozudez y constancia , digna de espíritus persistentes.

Por otro lado se cae de maduro, que hay una escena que se afirma desde una concepción independiente; cuyo ADN tiene incrustado un potencial insondable que se va revelando a paso sostenido, como una comunidad mayoritaria.

Esta situación permite una inventiva dirigida a oyentes propensos de una experiencia sonora, en la que el elemento improvisación aparece en toda su frescura y humanidad.

La temática, abiertamente expresionista, hace del grupo un pequeño laboratorio que no oculta su tendencia al jazz emancipado y nos transporta a mundos desconocidos, con intervenciones de vigor e intensidad.

“Sin palabras”, un homenaje al genial trombonista que fue Francisco Salgado, sitúa las coordenadas del cosmos en que se movía; entre forma y espontaneidad, como fue el sonido del músico.

En tan solo cuatro cortes prodigan una música de autor, que deja un rastro indeleble, dando preferencia al progreso y equilibrio de fuerzas musicales; pero sobre todo entregan una obra de una madurez ejemplar.

Lucas Goicoechea: saxo alto, Camila Nebbia: saxo tenor, Nataniel Edelman: piano, Juan Bayon: contrabajo, Andrés Elstein: batería



domingo, 3 de noviembre de 2019

7 DISCOS 7


Este año se cumple el 80º aniversario de Blue Note, probablemente el sello discográfico de jazz más conocido para el gran público y uno de los más importantes e influyentes del género. Repasamos su historia a través de ocho álbumes decisivos en la evolución y el desarrollo de la escudería.


Dígame un sello discográfico de jazz. Si se realizara una encuesta con las respuestas de gente de la calle casi con toda seguridad Blue Note saldría en primer lugar. Sin duda, la fonográfica que fundaran en Nueva York Alfred Lion y Francis Wolff en 1939 ha devenido en una patente que ha trascendido los márgenes de su público directo, el jazzístico, para ser hoy marca cultural reconocida masiva e internacionalmente. Incluso el eco de la escudería de la nota azul se amplifica a través de una red de locales y clubes emplazados en grandes capitales como Río de Janeiro, Milán, Tokyo, Beijing, Hawái y un buen número de ciudades más, incluida Santa Cruz de Tenerife. Igualmente, el tratamiento exquisito del sonido de sus grabaciones, especialmente en aquella etapa vivida con la irrupción del disco de larga duración, y, sobre todo, las cuidadas producciones que incluían tipografías y diseños audaces de autores como Reid Miles o Andy Warhol -todavía con vigencia plena-, han convertido a Blue Note en el sello discográfico más conocido en todo el mundo. Este año cumple 80 años de intensa y decisiva actividad.

La de Blue Note es la historia de una pasión, la de su principal fundador, Alfred Lion, un alemán emprendedor que a los 17 años descubría el jazz de la mano de Sam Wooding y su Orquesta. Su primera visita a Estados Unidos, en 1928, le aportó no pocos conocimientos, aunque la estancia no fuera del todo positiva: lo que ganaba trabajando en los muelles del puerto de Nueva York se lo gastaba en discos (se cuenta que llegó a comprar más de 300 títulos en un solo día). A su regreso a Alemania creó una empresa de importación y exportación, pero con la llegada de Hitler al poder, él y su amigo Francis Wolff, ambos de origen judío, se vieron forzados al exilio. Lion y Wolff desembarcaron definitivamente en Nueva York en 1938 y al año siguiente, el 6 de enero de 1939, la pareja lanzó el sello y realizó su primera grabación, con Ammons como protagonista.

Al día siguiente... el mundo de las discográficas dedicadas al jazz cambió radicalmente, definiendo una manera de trabajar y de contar esta música cuyas consecuencias hoy se continúan vigentes. Esta es su historia a través de siete álbumes que son muestrario más que ranquin.

JOHN COLTRANE. 'BLUE TRAIN' (1957)

Coltrane, uno de los saxofonistas colosos y colosales de toda la historia del jazz, alcanzó la gloria en sellos como -principalmente- Impulse!. Este Blue train es, pues, el único registro grabado para la factoría Blue Note, en el que el tenorista manifiesta ya ese soplo poético y espiritual que luego quedara refrendado en su antológico disco A love supreme. El fraseo voluminoso, melancólico y perfectamente definido de Coltrane, descubre aquí para muchos el primero de los pasos que luego dio este gigante de todos los tiempos, cuyo eco aun hoy resuena. Claro que detrás le escoltaban nada menos que el trompetista Lee Morgan, Curtis Fuller al trombón, Kenny Drew al piano, Paul Chambers al contrabajo, y Philly Joe Jones a la batería. Menuda banda... Juntos agitaron temas luego imperecederos como Locomotion, Lazy bird, Moments notice y, por supuesto, Blue train.

WAYNE SHORTER. 'SPEAK NO EVIL' (1966)

Aprovechando la mención de Wayne Shorter en su alianza con Blakey, es justo destacar que el saxofonista en los años 60 fue uno de los músicos más solicitados por la escudería Blue Note, participando en numerosas grabaciones propias y ajenas de indudable peso jazzístico. Destacamos este incontestable registro suyo por cuanto supuso la maduración personal de un viaje jazzístico que inició otro de sus grandes padrinos, Miles Davis, trascendiendo los márgenes del hardbop para adentrarse en los dominios de la vanguardia atonal y la fusión, cuya definición llegaría cuatro años después con la creación de esa súper banda que fue Weather Report. Grabado el 1964 pero publicado en 1966, Speak no evil cuenta con la presencia de gregarios de lujo como Freddie Hubbard, Herbie Hancock, Ron Carter y Elvin Jones. Con Shorter, Blue Note empezó a mirar al futuro.

LEE MORGAN. 'THE SIDEWINDER' (1964)

El tema que da título genérico al disco, The sidewinder, además de ser uno de los títulos más universales de toda la historia del género, también supuso uno de los primeros acercamientos, más hechos y mejor expresados, a uno de los sentimientos jazzísticos más masivos, el soul-jazz. Lee Morgan, fallecido a los 33 años de edad, hoy es uno de los músicos injustamente menos reconocidos cuando de ránquines de leyendas del jazz se trata. Su incidencia en las apuestas estilísticas de Blue Note en posteriores grabaciones fue decisiva y protagónica -el éxito planetario de The sidewinder acabó por universalizar la marca del sello-, dando lugar a una "fórmula de éxito" que aún hoy sigue vigente. El álbum cuenta con venerables caballeros como el saxofonista Joe Henderson, el pianista Barry Harris, el contrabajista Bob Cranshaw y el baterista Billy Higgins.

CECIL TAYLOR. 'UNIT STRUCTURES' (1966)

Blue Note no se ha caracterizado nunca por su adscripción al free jazz, a la música de vanguardia, y por eso este registro de uno de sus mayores representantes, el pianista Cecil Taylor, adquiere valores añadidos. Fue el estreno de Taylor dentro de la escudería, en pleno ecuador de una década -la de los años 60- marcada por este fuego jazzístico libre y libertario, arrojada siempre hacia adelante. La formación ya evocaba rebeldía, con la alineación doble de saxofones (Jimmy Lyons y Ken McIntyre) y contrabajos (Alan Silva y Henri Grimes), cerrando filas el trompetista Eddie Gale y el baterista Andrew Cyrille. Con Taylor el sello de la nota azul se deshizo de complejos y entró de pleno en la contemporaneidad del género al que siempre había defendido, buscando merecido sitio y dando cabida a la vanguardia.

NORAH JONES. 'COME AWAY WITH ME' (2002)

Más allá de que el álbum vendiera más de 22 millones de copias y se hiciese con varios premios Grammy, el estreno discográfico de la hija de Ravi Shankar en Blue Note quiso aprovecharse del jazz mediático y melódico que iniciaron artistas como Diana Krall, que mediada la década de los años 90 le dio un vuelto a los números que hasta ese momento manejaba la industria jazzística. Sí, la esposa de Costello inició una carrera alocada a nivel discográfico que aún hoy nadie ha logrado frenar, buscándose réplicas de la canadiense con independencia del talento mostrado. La pianista y cantante Norah Jones, guste más o menos, tenía sensibilidad para hacer de su jazz melódico una fórmula de éxito y... lo acabó consiguiendo, al tiempo que dio un poco de aire a Blue Note.

ROBERT GLASPER. 'BLACK RADIO' (2012)

Expandido el jazz en mil direcciones a partir de los años 60, Blue Note se ha enfrentado estas últimas décadas a su catálogo con cierta displicencia, obsesionada, como se ha sugerido ya, en la búsqueda de la gallina de los huevos de oro. Y, sin quererlo o pretendiéndolo, zas, irrumpió en la escena del jazz contemporáneo Robert Glasper, un jovencísimo pianista que hoy luce más como creador, gracias a sus aproximaciones jazzísticas a la cultura del rap y el hip-hop. Este disco es germen de su acaudalado talento, que hoy descubre admiradores y seguidores por todo el orbe. Firmado junto a su banda eléctrica The Experiment Black Radio devolvió a Blue Note a la primera línea de influencia discográfica, apoyándose en otros enormes trabajos y artistas de similar respiración jazzística como el reciente Origami Harvest (2018) del trompetista Ambrose Akinmusire.

CHARLES LLOYD & THE MARVELS. 'I LONG SEE YOU' (2016)

Si Blue Note hoy mira al mañana con artistas como el mencionado Glasper, también mira al presente y al pasado gracias a este registro de Charles Lloyd, repitiendo acierto dos años después con otra entrega de los Marvels junto a Lucinda Williams (Vanished Gardens). ¿Y quiénes son los Marvels? Pues además del joven octogenario saxofonista que fuera apadrinado por Keith Jarrett... los guitarristas Bill Frisell y Greg Leisz, el contrabajista Reuben Rogers y el baterista Eric Harland; ahí es nada. Charles Lloyd representa como pocos la memoria y el futuro del mítico sello, recordándonos que su éxito siempre pasó y ha de pasar por esa difícil ecuación que enfrenta variables del ayer y el mañana.

© Pablo Sanz