viernes, 24 de octubre de 2008

COMBATIENDO EL CAPITAL



Hay una teoría en el periodismo que es conocida como "La espiral de Silencio ". Que significa esto ( explicado de manera muy simple ) , que cuando los medios instalan un tema de manera repetitiva y obsecuente o no; con la política o algún suceso del momento, quien opine lo contrario es considerado algo así como un apátrida traidor por ponerlo en términos extremos, cuando no llegan al punto de ocultar si se puede toda evidencia de opinión contraria sin el menor atisbo de prevaricación.
Frank Kofsky fue el militante disconforme de siempre que a todo le encontraba un "pero" y decía a viva voz lo que todos callaban o disimulaban en silencio sabiéndolo a ciencia cierta. El libro se titula " Música Negra, Negocio de Blancos : Iluminando la historia y Política Económica del Jazz " ( palabras más, palabras menos, el sentido es ese ). Me tome el trabajo de transcribir solo una parte muy jugosa del libro, que hasta donde yo sé, no tiene traducción al castellano,( cualquiera de los amigos que escriben al blog desde España si pueden, me sacan la duda, pero hasta donde sé, solo esta en Inglés ).
El libro contiene desde la transcripción de contratos leoninos para con los músicos ( se cita a Mark Levine - Pianista - en este primer capítulo ) hasta las actitudes más salvajes para quedarse con los derechos sobre la obra del artista.
Se habla de desonestidad, hipocresía y de gente supuestamente socialista dueñas de compañías, amantes del arte ( o del billete según como se mire ) que abonaban el terreno opuesto; aunque en su discurso levantaban el brazo puño en alto y trataban de camarada al compañero. Kofsky remueve la suciedad del fondo de la pieza que nadie ve, pero que todos sabemos que existe incluso con la historia de jazzistas comprometidos desde lo político como Max Roach por poner un ejemplo poniendo luz donde no la hubo.
El General Perón decía : "La única verdad es la realidad"
Con ustedes Frank Kofsky


Capitulo 1:

La política económica del jazz ahora y siempre

¿Por que dejar que algo como la muerte interfiera en la explotación?

Hace algunos años, un amigo músico, el baterista Jimmy Robinson de Sacramento, mencionó los problemas que un colega suyo, el pianista Mark Levine de San Francisco, estaba teniendo al intentar que Catalyst Records cumpliera con los términos del contrato que habían firmado con él. Robinson había tocado en el primer álbum que Levine grabó para Catalyst, "Up Til Now", y esperaba trabajar también en el siguiente. A pesar de que el contrato del pianista constaba que se iban a grabar un total de tres discos en un período de dos años, la compañía se mostraba evasiva cuando Levine le solicitaba información acerca de sus planes para las sesiones restantes de grabación.
Llegado a ese punto, consulte al propio Mark Levine, quien me corroboró lo que Jimmy Robinson me había contado, pero me pidió que no escribiera nada referente al asunto durante unos meses, hasta que el contrato con Catalyst se cumpliera en el estudio de grabación o hasta que la compañía lo incumpliera, dejándolo que expiara al no efectuar las grabaciones restantes. Naturalmente obedecí.
Pasaron los meses. La fecha de expiración del contrato de Devine llegó sin siquiera una palabra por parte de Catalyst, a pesar de las numerosas cartas y llamadas telefónicas con las que éste asedió a la compañía. Por lo tanto, cuando el pianista y yo tratamos el tema de nuevo éste estaba dispuesto a hablar acerca de su experiencia con varias empresas de grabación, incluida Catalyst.
Lo primero que le pregunté a Levine fue qué era lo que pensaba hacer, ahora que Catalyst se había negado a cumplir con el contrato. La respuesta fue breve y amarga: nada. Su único recurso posible, explicó, era contratar un abogado y demandar a la compañía por infringir el contrato. Pero ningún abogado se haría cargo de semejante caso a no ser que el cliente pudiera hacer un suculento pago por adelantado, y en el caso de que Levine hubiera tenido ese dinero, no habría necesitado de Catalyst en primer lugar; habría podido grabar uno o más discos por su cuenta y organizar la distribución a través de alguna de las diferentes compañías.
La peor parte de sus relaciones con Catalyst, no era que la compañía dejara de grabar los dos discos adicionales que exigía su contrato sino que había perdido dos años de mi carrera mientras que Catalys me tenía atrapado. Si, en otras palabras, la empresa Catalyst hubiera sido lo suficientemente honesta como para comunicarle sus intenciones al menos el pianista habría podido tratar de conseguir otro contrato. Pero no, la compañía no tuvo ni el menor grado de decencia.
Como resultado Levine estuvo atrapado en el anzuelo durante 2 años sin saber que Catalyst tenía la menor intención de cumplir con su contrato y por lo tanto sin estar dispuesto a romper el contrato él mismo iniciando negociaciones con una segunda compañía.
Por otro lado Levine, también estaba descontento con los pagos de los derechos que había recibido,o mejor dicho,
no recibido de Catalyst. La compañía le había pagado derechos basándose en un total de 600 álbumes; pero tras consultar en cuatro tiendas de discos de Berkely, se informó de que tan sólo en aquella ciudad se habían vendido 450 copias de "Up Til Now", sin tener en cuenta San Fransisco, Oakland y el resto del norte de California.

Lo que es más, la compañía no le había pagado los derechos de edición ni de edición que le debía a Levine de las tres composiciones que éste había publicado conjuntamente con Catalyst, mientras que la pieza que Levine había publicado por su cuenta ya había generado derechos de edición tramitados por Harry Fox Agency y el pago de la emisión por parte de Broadcast Music Incorporated ( BMI ).
Mi paso siguiente fue el de oír lo que Catalyst tenía que decir con respecto a esas acusaciones. Con esta finalidad efectúe una serie de llamadas telefónicas a la sede central de la compañía en Los Ángeles, donde hablé con el señor Pat Britt, que había producido la mayoría de los discos de Jazz de dicho sello, incluido el de Levine. Britt reconoció que Catalyst no había cumplido con el contrato del pianista y que no había recibido los distintos tipos de derechos de autor y otros pagos que se le debían.
Su pretendida explicación era que: 1º) La compañía había sido vendida por su casa matriz original, Springboard Internacional, a un segundo propietario,LTD Production. 2º: Este último no quería cumplir con los contratos firmado bajo el régimen anterior y 3º: El anterior propietario no estaba dispuesto a liberar fondos que ahora legalmente eran propiedad de segundo.
Dado que constantemente se compran y se venden empresas sin desvincularse de sus obligaciones previas, debo confesar que no encuentro conveniente esta explicación de por qué infringió Catalyst las condiciones de su contrato con Mark Levine. Pero incluso si está dispuesto a tragar una excusa tan inverosímil, son diversas las preguntas que permanecen sin respuesta. Después de que la empresa LTD productions decidió que no se sentía ligada a los contratos firmados por los representantes de Catalyst cuando todavía era propiedad de Springboar Internacional, por ejemplo, ¿ por qué no informó Catalyst a los artistas y compositores que los derechos que se les debían estaban envueltos en una disputa entre los antiguos y los nuevos propietarios de la compañía de grabación ?
Sería fácil ampliar la lista de semejantes cuestiones, pero ¿ Con qué propósito ? Nos hagamos las preguntas que nos hagamos, la respuesta será siempre la misma: todos los artistas de Jazz, salvo los de renombre, se encuentran prácticamente indefensos frente a las compañías discográficas y por consiguiente frente a los promotores de festivales o conciertos, los propietarios de locales o las agencias de contratación que optan por despreciarlos. Solo aquellos interpretes cuya posición económica es tan segura o cuyos servicios tienen tanta demanda que las compañías son reacias a provocar su ira se salvan de la aplicación de esta regla.

*Frank Kofsly falleció en 1997 en el más absoluto de los olvidos por parte de la Prensa "seria". Tiene en su haber el haberle hecho la entrevista más longeva a John Coltrane, entre tantos otros escritos.
Intro Nota : Micky Almada
Fuente Nota : Cuadernos de Jazz Nro: 67 - Noviembre / Diciembre


2 comentarios:

Félix dijo...

Primero, un saludo. Segundo creo que el libro que mencionas no ha sido publicado por aquí en España. Te envío el enlace de una crítica, que no comparto, al libro que mencionas:
http://www.tomajazz.com/bibliojazz/frank_kofsky_black_music.htm
Si normalmente las compañías discográficas han abusado de aquellos músicos que estaban bajo contrato (siempre hay alguna excepción), su relación con los músicos de jazz ha llegado a extremos insospechados, y en este caso los músicos de color no se han librado de la quema.
Uno de los muchos ejemplos de los abusos discográfico es el protagonizado por Richard Carpenter ex contable que se dedicaba persuadir a músicos en apuros de que le cediesen los derechos sobre sus discos. Son las grabaciones para Prestige, 32 canciones en 3 días que en la actualidad se pueden encontrar en tres cds (“Lonely Star”, “Stairway to the star”, “On a misty night”). Carpenter se aprovechó y Baker no consiguió ningún beneficio. En una entrevista llegó a declarar: “Chet tiene una cualidad única cantando y nos proponemos explotar a fondo esta faceta de su talento para invadir el ámbito pop”. Claro que fue explotada pero no en el sentido que Chet hubiese deseado. ¡Menos mal que era Baker y además blanco!
¿Queremos hablar de los ingresos que recibió Charlie Parker por sus grabaciones? ¡Menos mal que era Parker y negro!.
No me quiero imaginar a alguien desconocido que sea afroamericano.

Félix Amador dijo...

Brillante y desgraciadamente cierto. Los músicos han sido tratados como mercancía desde siempre, los negros más.

Es la ley del más fuerte y el dinero tiene más fuerza que el arte.

Si Faroni dice que no está en español, es que no lo está, pero ahí queda en mi lista de lecturas pendientes. Gracias por la recomendación.

Saludos.