miércoles, 6 de mayo de 2009

EL GLADIADOR

Con motivo de la visita de Ornette Coleman por primera vez a nuestro bendito país, me parece oportuno publicar un muy buen artículo salido hace un tiempo en una revista local sobre Free Jazz. Aunque no soy un docto en el tema admiro esta vena del jazz en sus prolongadas y políticas variantes. Una forma de respeto ecuménico hacia el tenor, es que tengo en mi bóveda personal "Free Jazz" en su versión japonesa simil vinilo, al que vamos abriendo cual muñeca rusa, y desentramando sus misterios en solo 2 temas. Cuenta la historia que cuando tuvo presente al doble cuarteto de aquel entonces, les planteó : " Señores con esta energía, vamos a hacer esta música ". Sea esto cierto o no, no recuerdo la fuente de donde lo leí, es una oprtunidad única de ver a alguien que al día de hoy lo siguen considerando "Vanguardia" cuando tendría que ser "Clásico" por derecho y años en el yermo oficio del Jazz, como Taylor, Dudu Pukwana o Evan Parker, por nombrar otros. Pero a veces ( casi siempre ) donde manda capitán no manda marinero y la "Inteligenzia" del Jazz más "ortodoxo" funciona de esa manera.
Hoy el cuadro de situación, me parece ha cambiado mucho. Se consiguen discos de free, hay varios sellos abocados a esta clase de música, como Hatology, Altavistic, CIMP, etc que despertaron al croos de derecha efectuado por Ornette hace ya algunos años y en buena hora.
Muchos de los músicos que lo acompañaron llegaron a él abandonando las formas clásicas del jazz en busca de expandir su creatividad y ya lo sabemos amigos contra el convecimiento no hay nada que hacer. Mañana en el teatro Gran Rex de Buenos Aires con 78 años dejará su huella este piroctécnico músico.


"Siempre he deseado que los músicos pudieran tocar a varios niveles.
No quiero que me
sigan. Quiero que se sigan a ellos mismos...sin perderme de vista".

Ornette Coleman

Lo acompañaran en la velada:

Charnett Moffett y Al McDownell en contrabajos,
Tony Falanga en bajo eléctrico y Denaro Coleman en batería.


"Nuestros deseos son Odas"

Era la época en que las revistas de rock hablaban tanto de Captain Beefheart como de Sun Ra. La época en que los amantes del rock no tenían problema en escuchar free jazz. Un tiempo mítico y algo olvidado, en la confluencia entre el final de los años 60 y el comienzo de la década del 70, que hoy en día resurge como un continente sepultado bajo la forma de toda una serie de discos fulgurantes que no perdieron nada de su potencia afirmativa y devastadora. Y, en el centro de todo este movimiento incandescente, encontramos al sello BYG/Actuel, eje de la diáspora free jazz en París. En 1969, el sello, fundado en 1967 por Fernand Boruso, Juan-Luc Young v Jean Georgakarakos, encuentra su identidad bajo el impulso de Claude Delcloo (baterista y cofundador de la revista Actuel), lleva a varios tenores del free jazz a París y graba una impresionante cantidad de discos decisivos. Entre los combatientes que participan de esta auténtica guerrilla urbana y lírica figuran Archie Shepp, Don Cherry, Sun Ra, el Art Ensemble of Chicago, el baterista Sunny Murray, el guitarrista Sonny Sharrock, Steve Lacy, Anthony Braxton, Dewey Redman, el extraordinario tenor Jimmy Lyons... En definitiva, la flor y nata del free jazz irreductible y fundamental, a la que se unen algunos compañeros de ruta franceses como el baterista Jacques Thollot, el bajista Beb Guerin y el flautista Didier Malherbe, músico que, por otra parte, participará de la aventura Gong y del mítico primer disco Camembert électrique, también editado por BYG/Actuel en 1971.
En el germen de estas cuatro magníficas reediciones (Mu de Don Cherry, Blasé de Archie Shepp, A Jackson In Your House/Message To Your Foiks del Art Ensemble Of Chicago y The Solar-Myth Approach de Sun Ra) y más que nada detrás de la caja que cubre todo el conjunto de las producciones del sello BYG/Actuel, encontramos a Thurston Moore, gran conocedor de ese período y coleccionista maniático de vinilos de free jazz (fue él quien redactó las notas del libro y el encargado de elegir los temas de la caja). El líder de Sonic Youth siempre afirmó que entre esa música y la suya había una vinculación estética, histórica, espiritual y política.
Es decir que la música de Sonic Youth, de Jim O'Rourke, de Alan Vega, así como la de gente ligada al techno como Pan Sonic, Autechre, Aphex Twin, Attica Blues, o incluso la de raperos como el Wu Tang-Clan, tiene mucha más relación con la intensa libertad creativa de las improvisaciones demencialmente desbordantes de Don Cherry o de Frank Wright que con la inmensa mayoría de esa música académica que actualmente usurpa el nombre de jazz. Para Thurston Moore, el free jazz no es una forma muerta, sino una fuerza que aún sigue avanzando por todo un entramado de inspiraciones y de llamaradas. Para convencernos definitivamente de esto, también podremos ir a echar un vistazo entre las reediciones ESP, otro sello de fuertes connotaciones mitológicas, creado en 1964 por el abogado neoyorquino Bernard Stollman. El line-up resulta igualmente impresionante: Albert Avler, Pharoah Sanders, Ornette Coleman, el New York Art Quartet, Sun Ra, Marión Brown, Paul Bley, Burton Greene (que también grabó en BYG)... Cuatro reediciones de primera categoría lo vuelven aún más claro: el primer disco de Pharoah Sanders, Pharoah's First, The Byron Alien Trio y sobre todo .YCTV York Art Quartet y el Spiritual Uniryde Albert Avler. El conjunto de estas resurrecciones inesperadas, al que hay que agregar el impresionante Complete Comunión, grabado en Blue Note por Don Cherry junto al Gato Barbieri, Ed Blackwell y Henry Grimes, muestra al mismo tiempo la diversidad estética del movimiento free jazz y la importancia crucial que tuvieron los sellos en la producción y la difusión de esta música. Entre la elegancia austera y constructivista del New York Art Quartet y la pura inspiración lírica de Albert Ayler, entre el free churchy blues. hechizado por el fantasma de Ellington, el Blasé de Archie Shrrr y la explosión milagrosa del dúo Don Cherry-Ed Blackwell en Mu o los happenings barrocos y cómicos del Art Ensemble, hay por lo menos tantas diferencias como entre Lester Young y Coleman Hawkins, entre Bud Powell y Thelonious Monk, entre Sonny Rollins y John Coltrane. No existe un free jazz unificado, ortodoxo, rígido, sino una multiplicidad de corrientes musicales que se ramifican hasta el infinito, se cruzan y se separan, se atacan y se fecundan.
En cuanto a los sellos a los que por supuesto habría que agregar Impulse, otro punto determinante para la propagación de la free music, constituyen el brazo armado de una música en mutación permanente, que de hecho supera el estricto marco del jazz para recibir a los derivados free rock o psicodélicos de la época. En estos tiempos de grandes maniobras y de grandes concentraciones en el frente de las multinacionales, la importancia capital de estos individuos aislados, dispuestos a pelear para imponer una estética nueva, resuena con una fuerza v una urgencia aún más grandes. No hay que olvidar que el tiempo de la insurrección siempre puede volver. Algunos lo saben y se organizan... A la luz de estas reflexiones es imposible ocultar la faceta claramente política de estas músicas.Primero, antes que nada, por su relación con los Movimientos negros de la época, más particularmente visible en Archie Shepp, el Art Ensemble of Chicago o el New York Quartet. Cuando Archie Shepp toca con unos tuareg en el Festival panafricano de Alger en 1969, o cuando el New York Quartet invita al poeta Amira Baraka, alias Leroi Jones, a recitar sus textos, Black Dada nihiüsmus (anticipando así a los Last Poets v a buena parte del rap), realizan un gesto político de una luminosidad claridad. Está claro que la escencia del free jazz es política, no sólo por su afirmación del poder negro, sino por su gesto en sí mismo.La política no pasa aquí por un discurso que sobrevuela a la música, sino que surge del acto musical en sí, de su superación de los límites estéticos que la historia del jazz quisiera imponerle .
La free music no es tan sólo una forma de arte, sino que antes que nada es una
forma de vida que apunta, como todos los grandes movimientos revolucionarios y estéticos del siglo, a superar la vieja separación entre el arte y la vida. Precisamente, lo que vuelve inolvidable y tremendamente viva a esta aventura musical es ese germen de contaminación lírica que sigue influenciando con una fuerza inigualable a gente cuya existencia ni siquiera sospechamos. El free jazz nunca estará de moda. Mejor así. Pero, como decía Max Roach en otros tiempos: "Freedom now/ We insist..."


Intro : Micky Almada

Fuente :

Thierry Jousse para la revista "Los Inrockuptibles"

Año 5 - Nro 46 - Julio 2000

1 comentario:

Félix dijo...

“La vanguardia y los clasicismos” parece ser que el tema no se agota en la historia de la música y el campo del jazz, o como queramos llamarlo, no iba a ser menos.
Archie Shepp definía bastante bien qué era la vanguardia, al menos en aquel momento que le tocó vivir, no sé si con el paso del tiempo ha mantenido la misma visión del “asunto”: “No es posible hacer saltar por los aires a tres niños y una iglesia sin que ello deje alguna huella en la experiencia personal de uno. Esto es a mi entender la vanguardia”.
No creo que la música haya perdido su capacidad de sorprender, aunque considero, una opinión muy particular y discutible, que las personas hemos perdido nuestras ansias de ser sorprendidos. No buscamos en la música algo que modifique nuestra experiencia, preferimos que lo que escuchamos confirme lo asimilado. Debe ser que nos gusta más cocinar lo cocinado, limpiar lo que está limpio y ordenar lo que esta ordenado. ¿”New thing”…? ¿Para qué…?
Imagino que a “Impronta de Jazz” le ocurre algo parecido, aunque los locutores ya debéis estar acostumbrados a ello. ¿Hay alguien ahí? Y si hay alguien, la pregunta de las preguntas: ¿Es vida inteligente?
Pero bueno, no me extenderé, que solo pasaba por aquí para charlar un rato contigo, aunque hubiera preferido que fuéramos dos o tres los que demostrásemos que hay vida más allá de las palabras y que ésta intenta ser inteligente.
Te dejo unas palabras de Eric Dolphy que pueden servir de buen complemento a tu artículo y que debes tomar en consideración, ya lo haces, a la hora de seguir “comunicando”, yo, por mi parte, haré lo mismo.
“Os quejáis que mis relinchos son antimusicales y que mis chirridos hacen daño a los oídos. Vale, pero si incluso toda la gente echara a correr en el momento en que coloco los labios en cualquiera de mis tres instrumentos, si todas las compañías discográficas se negaran a grabarme y si tuviese que morirme de hambre para tocar lo que siento –es exactamente eso lo que siento- pues seguiría tocando contra viento y marea. Para mí esta es la única manera de proyectar mi personalidad y alcanzar cierta madurez. Claro que si me escuchan eso me anima”.
¿Hablaba sólo de música…?