John Cage pasó por este mundo dejando un enorme legado. A pesar de su gran aporte como compositor, donde transformó y cuestionó las nociones mismas de lo que podía ser música, fueron sus pensamientos e ideas, las que permearon profundamente a toda una generación sobre qué es el arte y cuáles son sus posibilidades. Sus planteamientos abrieron paso a las grandes innovaciones del arte contemporáneo; el Pop art, el Conceptualismo, el Minimalismo y la Performance o el Happening. Y lo más interesante, a mi parecer, es que todo este pensamiento deriva de su cercanía y de su indagación en el conocimiento espiritual de oriente.
Vamos a esclarecer las ideas detrás de su pieza musical más radical y controversial; 4′ 33» de 1952. Esta obra, como dice su nombre, dura 4 minutos, 33 segundos. John Cage la divide en tres tiempos, pero en cada una de estas partes lo único que se escucha es el silencio.
Superar el Ego
A mediados de los años ’40, John Cage se sentía absolutamente incomprendido como compositor. Percibía que la escena musical estaba convertida en una Torre de Babel; cada artista pretendía expresarse y comunicar, pero finalmente nadie se entendía con nadie. El pensamiento oriental, vino a Cage como una necesidad para sobrepasar sus obstáculos personales y profesionales.
Cage se comienza a cuestionar la idea occidental del arte como expresión interior, como la labor de un genio que busca representarse en su obra maestra. Comenzó a estudiar las concepciones orientales sobre la naturaleza del ego y su ilusión separatista. Nuestro ego fabrica una cáscara que se constituye de nuestros gustos y disgustos, de nuestra memoria y de nuestros miedos. Pero ésta no es sólida ni substancial, su carácter es ilusorio. Todo es Uno y Uno es Todo.
Con esto, John Cage deja de creer en el arte como expresión del ego «It’s for that reason that I have said that instead of self-expression, I’m involved in self-alteration.» Y precisamente, en 4′ 33» Cage evita introducir el peso de su ego, él no toma ninguna decisión con respecto a los sonidos que le gustan y los que no, respecto a lo que podría considerar bello o feo. Su ego se silencia, abriendo el paso para que el resto del mundo fluya a través de su obra.
El Silencio no Existe
Desde 1948 que Cage pensaba en su composicón silenciosa. Al prototipo, que ya visualizaba en esta época, lo llamó Silent Prayer, inspirado en las ideas del maestro védico Ramakrishna y del místico alemán Meister Eckhart. Comenzaba a entender el silencio como la fuente de todo ruido y como el lugar donde se encuentra la energía superior. Ya en su obra Four Walls de 1944, había comenzado a insertar pausas de silencio. Pero para dar el salto radical debía aún vaciarse de los hábitos y costumbres implantados en su mente por años de educación.
En 1952 va a tener la experiencia que genera el click, logra llegar a un bardo (concepto tibetano que representa el momento de transformación de un estado a otro, generalmente asociado a la muerte) que lo ilumina y lo hace entender las enseñanzas de su maestro Zen D.T Suzuki.
John Cage hace un viaje hacia la cámara anecoica de Harvard. Esta cámara está herméticamente cerrada y equipada con baffles que absorben el 99,8% de la energía de las onda de sonido. Por fin experimentaría el verdadero silencio que tanto había buscado. Pero sorpresa! Ya en la cámara, en el máximo vacío, comienza a escuchar su sistema circulatorio y nervioso. El click es instantáneo y duradero; el completo silencio no existe. El único silencio verdadero se logra con un giro de tu mente hacia el interior. «Silence is not acoustic. It is a change of mind, a turning around» Y esa era la enseñanza de Suzuki.
Este punto es fundamental para entender su composición debido a que Cage no pretende que escuchemos el silencio por 4 minutos 33 segundos, sino, que escuchemos el ruido del mundo, el ruido de la vida, por ese largo de tiempo.
No hay Diferencia entre Arte y Vida
Esta proposición de John Cage fue seminal en generar las ideas que permearon el arte de la segunda mitad del siglo XX. «Things should be as they are», es la frase que liberó al arte de su antiguo adagio sobre lo high and low. El fine art dejó de ser un circuito cerrado, diferenciado del resto de la vida. Pensemos en el Pop art y su introducción de objetos de uso cotidiano, identicos al original, como la Brillo Box de Warhol y sus tarros de sopa Campbell. Otro ejemplo es el arte de performance de Marina Abramovic. En su obra The House with the Ocean View, interpretada en Nueva York, vive por 12 días en una instalación/casa dentro de la galería. Su intención era purificar su alma a través de las tareas cotidianas. Cageano total.
En su obra del silencio, John Cage enmarca 4 minutos, 33 segundos, como el tiempo dentro de la vida cotidiana que se convierte en arte. Como ya sabemos, Cage no pretende que escuchemos el silencio, el cual ya sabe que no existe. Lo que pretende es que escuchemos los sonidos que la vida nos entrega en ese determinado lugar en ese determinado tiempo. Vida y arte se funden.
La primera vez que esta obra se interpretó fue en Woodstock, New York, en una colonia de artistas. El lugar; Maverick Concert Hall, un caserón rústico construido a mano. David Tudor, el intérprete, se sienta frente al piano y coloca un cronómetro, cierra la tapa del piano, no se mueve por 30 segundos. Luego abre la tapa, la cierra y no se mueve por 2′ 23». El viento entra por la puerta abierta del salón y la suave lluvia tintinea en el techo. Abre la tapa del piano, la vuelve a cerrar y no se mueve por 1′ 40». El público comienza a susurrar y a moverse, incómodos en sus asientos. Tudor se para y deja el escenario. La obra ha finalizado. Los sonidos entraron sin previo juicio, la vida se manifestó libremente.
Todo Cambia todo el Tiempo
Dos años antes de esta pieza, John Cage descubrió el I Ching, el antiquísimo método de adivinación chino. Fue una herramienta que revolucionó su obra y que usó incluso en su vida personal. Cage alucino con este método que representaba una respuesta a sus dudas sobre la validez de la expresión personal en el arte. Con el I Ching hacía preguntas en vez de tomar decisiones. Podía silenciar a su ego y dejar que el universo decidiera.
Pero con el tiempo John Cage descubre y entiende la indeterminación, un concepto mucho más amplio que se abre a las eternas posibilidades de este universo en constante cambio. El cambio, según el pensamiento Budista, es la única ley que gobierna nuestro mundo fenomenológico, constituido de un baile incesante de vida y muerte. La realidad es indeterminada.
«Silence becomes something else -not silence at all, but sounds, the ambient sounds. The nature of these is unpredictable and changing». En 4′ 33» John Cage permite que la indeterminación del universo entre en su obra. Las posibilidades de sonidos son infinitas y serán distintos en cada lugar y en cada tiempo en que se interprete. Nunca una pieza será igual a la otra.
El arte de John Cage se convierte en una experiencia que te transforma, que te altera y te acerca al entendimiento, a la iluminación que él tanto buscó y que tarde en su vida se revelaba en su hermosa sonrisa. Gracias John Cage, por tratar de despojar a nuestra sociedad de los velos de la ilusión. Namasté.
No hay comentarios:
Publicar un comentario