Es muy satisfactorio escuchar un
trabajo como el que reseñamos y comenzar con el hecho de que todas las
composiciones son de pluma de quien encabeza cartel en este disco. Me gratifica
la abundancia de jazz local, que nos viene deparando sorpresas a quienes
seguimos difundiendo por sobre otras
músicas “Lo Argento”.
Contrabajo en mano y secundado de unos
compañeros dispuestos a diversificar ideas y aunados para obtener ni más ni menos que un
buen resultado musical, se da paso a “Circular” corte de apertura y declaración
de intenciones de lo que se va a contar aquí a partir de un “tour de force”, donde Mauro
Morelos lleva la voz cantante para lanzarse a la creación de magníficas líneas
con sólidos arreglos y ritmos muy marcados por el líder codo a codo con el
baterista.
“Lacryma” posee la brumosa densidad de
un corpus que va tomando forma a medida que se lo escucha. Un increscendo con
partes tarareadas por Nicolás que no caen en el rescoldo de entorpecer la
escucha o quedarse con esa sensación de molestia; al estilo de por ejemplo
Keith Jarrett cuando musita en medio de los temas y resulta tedioso. Aquí la
voz suma al ímpetu que se le quiere dar al desarrollo.
“Lluvia Nocturna” recurre a la fórmula
del comienzo jugando cómodamente con las participaciones de cada uno de los
solitas y da una vuelta de tuerca a ese sonido musculoso, con el patrón que de alguna
manera rige los cambios de tiempo en donde el pianista juega un toma y daca con
la base rítmica sobre un discurso potente.
La sorpresa a nivel sonoridad en “Araña
Xposlacdoc” es el efecto “Wah-Wah” del comienzo que saca brillo a una
composición que pareciera estar escrita
en un movimiento perpetuo con bordes y matices, donde se combina técnica y capacidad intelectual.
Los dos últimos cortes corren por el
sendero de los sentimientos anímicos, ya que “Nocturno” es el único con
guitarra eléctrica y un teté a teté entre cuatro y seis cuerdas en una aventura
de 8’18’’, que abre un paréntesis exquisito que crece gradualmente en
complejidad sin perder por ello el toque y la sensibilidad de ambos. El corazón no entiende de razones, como dicen
por ahí, y el cierre cálido con la voz de su hija “Matilda” en el tema homónimo
es una declaración tierna de amor sentido, condescendiente con el vínculo y el
calor de hogar.
El gran trabajo de los acompañantes
hace el resto y me arriesgo a decir que hubo un aprovechamiento al máximo de
las posibilidades del estudio. Sorpresa mayúscula de un músico con una visión
precisa y sobrada capacidad para comunicar.
Nicolás Ojeda: Contrabajo en todos y
solo de bajo eléctrico en tema 4
Mariano Agustoni: Piano en temas 1,3 y 6
y Rhodes en 2 y 4
Tomás Babjaczuk: Batería en 1, 2, 3, 4
y 6
Mauro Mourelos: Flugelhorn en 1 y 3 y trompeta en 2 y 4
Nicolás Olivera: Guitarra eléctrica en 5
Todos los temas compuestos, arreglados
y producidos por Nicolás Ojeda
R:IDJ
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