Tercera muestra de un músico que no conocía, y que en este loable
disco se acompaña de un atípico (por el instrumento) compañero, como lo es
Ernesto en teclados Fender Rhodes y Gulitzer.
“El ombligo de un sueño” remite a un concepto freudiano y es
la idea dominante del trabajo.
Un manojo de virtudes acompaña a los dos protagonistas,
donde la empatía entre ambos es palmaria; con un manejo de las
composiciones que recalan en una sazonada distribución del dialogo,
con redondez y calidez sonora.
Siete miniaturas preciosistas se entrelazan abriendo el
camino con “Pretos”, desde un hilo conductor de prolijo swing que recala en el
tiempo interior que ambos se dan para argumentar; con sugestiva sensibilidad.
“Distancia” es lo más logrado. Un original lienzo donde la calma personal y el
tono evocador e intimista, devienen en un poema de colores impresionistas,
limpio y claro como un cielo sin nubes. Si cerrásemos los ojos sin saber que
instrumentos hay, el sonido de Ernesto bien podría confundirse con la calidez
de un vibráfono ejecutado a medio tiempo.
Vuelve el swing sencillo y esa sensación mullida que
atraviesa todo en el corte que da nombre al trabajo, donde el tecladista
acompasa de manera sabia e imaginativa las composiciones de Gabriel.
El resto, descúbranlo por sí mismos, nada mejor que la
sorpresa. Buena salud para estos dos grandes músicos que nos dejan una obra muy
bien estructurada con claras opciones de que se puede estar a contrapelo del
clásico dúo de piano y contrabajo. Una lección de buen gusto
Alejandra Pizarnik decía: “Las verdaderas fiestas tienen
lugar en el cuerpo y en los sueños”. Lograda labor conjunta que funciona en ambas
partes, solo hay que estar en un ambiente a media luz, si es acompañado
mucho mejor; poner play y dejarse llevar.
Gabriel Domenicucci - Contrabajo
Ernesto Amstein – Teclados Rhodes Y
Wurlitzer
1 comentario:
Ernesto tiene un disco anterior que es una pequeña joyita: "A pesar del viento".
Saludos Micky!
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