martes, 16 de junio de 2020

CAGE + SUN


Sun Ra era de Saturno y pertenecía a la raza de los ángeles. Como tal, toda su música y su obra giraban alrededor de sí mismo, de su mensaje extraplanetario a la ignorante humanidad. Parafraseando (mal) a McLuhan, Sun Ra era el medio y el mensaje. John Cage, encarnación de la avant-garde, innovador supremo y filósofo de los sonidos, era tan de este planeta que su obra más conocida puede entenderse como una manera de enmarcar el ruido de la Tierra. También, como una manera de deshacer el concepto de autor. Estos dos astros no estaban destinados a juntarse. Pero lo hicieron.

Es probable que en la vida de esta columna no haya ningún disco que mejor represente el concepto de raro, entendido como (siguiendo a la R.A.E.) inhabitual, extraordinario, infrecuente, extravagante, singular. También, desde luego, es adecuada la otra definición, la de escaso en su clase o especie. Este disco es raro al cuadrado, raros son los sonidos que desprende, raros son sus intérpretes. 

El jazz, género propenso a albergar rarezas, tiene en su plantel pocos bichos más raros que Sun Ra, ex Herman Poole Blount, ex humano, también conocido como Le Sony’r Ra, Le Sonra o Sonny Lee, que tuvo a bien visitar este planeta desde su Saturno natal durante casi ochenta años durante los cuales logró no sólo enfrentarse al establishment militar, judicial y médico de su país (los psiquiatras lo describieron como un psicópata y perverso sexual, aunque intelectual y educado), sino también crear su propio y único estilo: un free de big band rítmico y festivo, completamente alejado de los cerebrales meandros de otros vanguardistas. Cargada de elementos extravagantes, su inefable música era una explosión de oropeles y brillos y, en el fondo, una celebración de su propio autor.

Compositor, filósofo, poeta, teórico de la música, artista gráfico, coleccionista de setas, de John Cage puede decirse que buscaba lo raro en lo humano, o que su rareza era una profundísima y original celebración de la humanidad, del mundo, de lo terrenal. Su composición más famosa, 4’ 33”, puede leerse como si alguien apuntara una linterna al sol, para que le prestemos atención, para que no lo tomemos por sentado, o como dos corchetes que enmarcan todo lo que hay de humano y de terreno en nuestro universo. 

Si la música, una actividad “sin propósito”, como dijo en 1957, no es un “intento de extraer orden del caos ni sugerir una mejora en la creación, sino una manera de despertarnos a la vida”, entonces la idea misma de un autor de ese orden queda en cuestión. Como dice Howard Mandel en las notas de este rarísimo disco, “Cage busca un estado zen desprovisto de ego”, mientras que Sun Ra es “tan autoindulgente como un déspota bondadoso”. De no ser por una aberrante torsión del espacio-tiempo, estos dos universos paralelos jamás hubieran podido encontrarse.

Pero se encontraron, en un concierto que formó parte de un espectáculo de fenómenos circenses (mujeres tragasables, forzudos, enanos) dentro del parque de atracciones de Coney Island llamado Sideshows by the Seashore. Tiene, por supuesto, sentido: esa comba espacio-temporal sólo podía tener lugar en un circo de fenómenos. 

El disco resultante consiste en dos fragmentos de poco más de veinte minutos cada uno de lo que habrá sido aquel concierto. Escucharlo es una experiencia desconcertante. Sun Ra improvisa en su sintetizador Yamaha DX7 generando una música que se asemeja bastante a la traslación sonora de un electrocardiograma defectuoso. Picos cortantes, planicies irregulares, caídas en el agujero negro de la nada. Es él, el intraplanetario, el más circense de los dos, quien lidera el paisaje sonoro: su sintetizador ocupa todos los espacios y se suma al ruido de la Tierra que a Cage tanto le interesaba enmarcar. Éste, por su parte, interviene en interludios donde lee extractos de su obra Empty Words.

De eso se trata este encuentro improbable, finalmente: de un paisaje incomprensible, con algunos ramalazos de belleza, una suerte de triste fotocopia de la promesa de un estallido supraatómico que se produciría si estos mundos se hubieran juntado durante más tiempo. Pocas cosas más raras que ésta.


Sun Ra-John Cage John Cage Meets Sun Ra.Unedited Fragments of the Historic Concert Sun Ra (sintetizador), John Cage (recitado). Coney Island (Nueva York), 8 de junio de 1986 Meltdown Records MPA-1


© Eduardo Hojman

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