martes, 31 de marzo de 2009

VAMOS A LA PLAYA


Después del decaimiento en el gusto popular por las big bands, comenzó el embrión de lo que más tarde se conoció como el movimiento de la costa oeste cuyo punto de partida geografico fue en el Café Lighthouse de Hermosa Beach en California. De los atriles de distintas orquestas donde los músicos se forjaban tanto en su sonido como en el aprendizaje salió lo mejor de esa cosecha gestandosé luego la diáspora del cool-jazz.
Lester Young entre tantos seguidores y/o imitadores que pudo haber tenido ( el arco de su influencia es basto ) dió a luz a un discípulo que no lo defraudó, Stan Getz. Aunque las partículas del sonido de Lester están en el saxo de Getz, éste último supo generar personalidad y basicamente lírica con una forma de tocar que es reconocible por el aficionado por sobre otros tenores.
Cuenta la historia de boca del líder de la sesión que el título del disco era una broma ya que ninguno de los músicos intervinientes era originario de la costa oeste y que el mismo Getz no queria ser consideraro como parte del mismo.
Aquí encontramos a Stanley - su verdadero nombre - en un paso anterior a su explosión comercial y popular, ya que al poco tiempo él sirvió de puente cultural entre Brasil y el resto del mundo arengando la bossa y expandiéndola hasta límites insospechados desde su instrumento; consencuencia lógica que se entiende a partir de discos como éste, en el cual está el complemento justo que Jobin y Compañia necesitaban. Si el sonido de su saxo en el disco grabado para Verve con el trío de Peterson ya se escuchaba forma, redondez y fluidez de discurso, aquí la confianza y destreza de sus manos abrían vuelo libre sobre horizontes llenos de luz, que solo lo iban a opacar sutilmente, las tormentas eléctricas de sus adicciones.
Plácido, mullido, romántico, la estela sonora de Stan no se aventuró por arenas complicadas, ya que lo suyo era el murmullo al oído en los tempos lentos o la fiereza contenida, siempre con postura de lord inglés, en los up-tempos.
Se impone por aquel entonces los sonidos suaves y delicados, medios blandos y se respira "Cool" en el aire. La música aquí resume todas las sensaciones de aquel entonces, buen gusto, confort, andar tranquilo por la vereda mirando vidrieras, impresiones éstas que podemos escuchar en el corte 1 del disco "East of the Sun (and West of the Moon)". Un quinteto (según los que saben la formación que más complacía a Getz ) engrasado e integrado cual máquina a vapor.
Así como a Sinatra se lo conoció como la voz ( ¿ y Johnny Hartman que fue ? pregunta que me hago siempre y pido disculpas por el agregado ) a Stanley se lo presentó como "The sound" aquel saxo que era capaz de tocar lo que le pusieran delante, el que poseía el jazz en la lengua. Algunos de los músicos que lo acompañan salieron de la orquesta de Stan Kenton, el caso de Candoli y Manne.
En definitiva, un disco que pre-figura lo que vino después en la vida del saxofonista y la música del Brasil, mostrandoló en un punto intenso de su carrera marcando un sello de identidad en cada disco que tocaba.


Reseña : Micky Almada

Personnel: Stan Getz
(tenor saxophone)
Conte Candoli (trumpet)
Lou Levy (piano)
Leroy Vinnegar (bass)
Shelly Manne (drums)




martes, 24 de marzo de 2009

LA MEMORIA

Hace 33 años Argentina avizoraba en el horizonte la nube más negra que jamás se haya imaginado vivir ocultando el celeste cielo que sirvió de inspiración a Belgrano. En ese entonces quien escribe estas líneas tenía 9 años.
Una palabra que
circundaba siempre el paisaje barrial y las noches de carnavales populares de San Vicente, barrio de Córdoba Capital donde vivía, era "extremista". Recuerdo que la sensación que la palabra provocaba en éste infante era la de miedo, sonaba como lo prohibido, lo que no había que hacer.
Justo el día del golpe, toda la familia se mudaba de barrio a una casa propia comprada con la ley 1050 ( Se abre un nuevo capítulo Sres en la historia Argentina......se acuerdan de esas palabras de Martinez de Hoz ). La reconstrucción de mi memoria política vino mucho después con el paso del tiempo, como esos buenos discos, que mientras más los escuchas más los entendés, pero en este caso la canción no fue de lo mejor, sino todo lo contrario. Un recuerdo que tengo y que nunca se me borró, fue una vez estando en Séptimo grado de la primaria. Mis viejos nos habían regalado un combinado Ramser muy chico, de bolsillo diría, junto con un disco de vinilo a estrenar, que por aquel entonces hacía furor : el Concierto de "Unicef".
Los Bee Gees, eran palabra santa por aquellos años y Fiebre del Sábado por la Noche con Travolta marcaba época. Un día de aquellos años saliendo al recreo, comentamos a voz baja entre los compañeros , que habían prohibido el tema "Crees que soy sexy " de Rod Stewart por la letra de altísimo contenido erótico, lo cual a todos nos generó mucho más curiosidad el saber que decía el blondo en la canción cuestionada. Hay miles de ejemplos con respecto a lo que les cuento, pero ¿ que pasaba con el Jazz por aquel entonces en el País del "deme 2"?. Hubo muchas visitas por esos años, en los cuales el jazz era una palabra lejana para mí, que solo cobraba forma cuando la púa del combinado de casa, suspendía en el aire la música de Oscar Peterson. Wheather Report con Jaco Pastorius en su mejor momento, traídos por Daniel Grinbank, Bill Evans trio, que si no me equivoco lo trajo Nano Herrera, Stanley Clarke, Dizzy Gillespie, y muchos otros.
El Viernes pasado, el programa estuvo dedicado a ejercer la memoria, en un País que padece permanentemente de amnesia con respecto a su historia , en el cual hablamos de la dictadura y leímos distintos artículos, como el que les dejo más abajo.
A todos aquellos que equivocados o no, pretendieron una nación mejor y no se quedaron en el intento de la charla de café y dieron la vida por eso, insisto equivocados o no, escapando a la comodidad de quedarse en casa y en donde la política como único factor de cambio era algo posible. No se que hubiese sido el país sino hubiesen desaparecido 30.000 personas, pero siempre ronda en mis pensamientos que seria diferente, no se qué, pero seguro un poco más justo. Para que NUNCA MAS ocurra.


Al exilio


Se calcula que entre 1954 y 1984 un poco más de medio millón de argentinos se fue a vivir a otra parte. Los principales
destinos de la diáspora fueron los Estados Unidos (22%), los países limítrofes (41%), Israel, Venezuela y España.[1] Este
exilio fue denominado “la fuga de cerebros”. Es cierto que algunos de los exiliados volverían al país en los ’90, pero aquella pérdida fue un hecho irreparable y así como la vida universitaria y científica ya no volvió a ser la misma, lo mismo puede decirse de la actividad musical. Los músicos que emigraron tuvieron mucho éxito en los países que los recibieron.

Jazz en la Dictadura Militar


Los años de la dictadura militar tuvieron para el mundo del jazz y la música popular instrumental dos caras. Por un lado, fueron tiempos de dólar bajo y plata dulce, con estrellas internacionales que llenaban los teatros de la calle Corrientes y discos importados que ya no eran tan inaccesibles como antes. Mientras tanto, en otros espacios de la ciudad, músicos y oyentes se citaban en torno a una música que, aunque no figurara en el índice de los censores, simbolizaba la libertad de expresión.
Entre 1977 y 1982 se alcanzó una frecuencia de visitas internacionales sin precedente. Este hecho tuvo dos razones principales: la primera fue la política económica de la dictadura y la otra fue un público receptivo para el jazz, conformado por veteranos y jóvenes influenciados por el jazz-rock. Además, el 6 de abril de 1978 se inauguró Jazz & Pop, lugar cuyo funcionamiento significó un acto de resistencia cultural. Una de las razones del éxito de Jazz & Pop fue el compromiso y trabajo de Jorge González y Néstor Astarita.

El jazz y los medios en tiempos difíciles


En los años anteriores al golpe de ’76, medios gráficos como La Opinión y la serie de revista derivadas de Primera Plana fortalecieron la tendencia al artículo firmado, al toque subjetivo y la toma de partido en cuestiones estéticas. Aunque tenía menos expertos que otras zonas de la cultura, el jazz también despertó la atención de los medios, algo que, con vaivenes de intensidad, venía sucediendo desde los años ’30.
A comienzos de la década de los ’70, mientras el jazz adoptaba instrumentos eléctricos de la mano de Miles Davis y sus alumnos, se volvía a editar la revista Jazz Magazine a cargo de Alizieri. Alberto Consiglio publicaba la revista Jazz-band y las revistas de rock Expreso Imaginario y Pelo publicaron notas sobre jazz. Esto significaba que el jazz siempre figuraba como en el horizonte de las músicas que un joven amante del rock podía llegar a escuchar con interés. Por eso, no era sorprendente que Pelo le dedicara la tapa de marzo del ’77 a Gato Barbieri o que Roberto Pettinato, redactor de Expreso, se declarara amante del free jazz.
En materia de libros de jazz, la Argentina estaba muy atrasada. Exceptuando los trabajos de Ortiz Oderigo y algunas traducciones esporádicas, el aficionado no contaba con bibliografía en castellano. A mediados de los ’70 se editaron algunos libros interesantes, como Jazz Rock de Walter Thiers (editorial Marymar), Guía del jazz de Audusto Cichero (editorial Huemul) y El jazz. Historia y presencia de Roque Pedro (editorial Convergencia).
En la TV, el jazz no tuvo un lugar de importancia. En la radio, en cambio, su protagonismo fue mayor. Los programadores lo tenían en cuenta, los conductores solían saber bastante sobre este género.Un par de años antes de que la radio pasara música disco y varios músicos populares debieran exiliarse, el gobierno de Isabel Martínez de Perón quiso prohibir la música extranjera. En febrero de 1975 entró en vigencia la reglamentación que establecía porcentajes obligatorios de música nacional. Quienes programaban la música de la radio debían tener en cuenta que sólo podían elegir un 25% de música extranjera. El 75% restante se dividía en partes guales entre el tango, el folclore y “ritmos latinoamericanos”. En este reparto ni el rock en castellano ni el jazz tocado por argentinos pertenecían a la música argentina. Los músicos nacionales no llegaron a apelar esta decisión, ya que en marzo del ’76 listas de músicos prohibidos empezaron a circular por los despachos de los directivos de las emisoras estatales y privadas. A partir de aquel momento todo decayó: la dictadura militar destruyó la industria nacional y las posibilidades de tomar registro de la vida cultural quedaron seriamente restringidas.


Intro : Micky Almada

[1] Alfredo Lattes: “Emigración de argentinos, versiones y realidades” (en: Ciencia y sociedad, Buenos Aires, año 1, número 1, 1988).
En:Sergio Pujol: “Jazz al Sur”, Ed. Emece, 2004)

domingo, 15 de marzo de 2009

LOS LIBROS DE LA BUENA MEMORIA

Mi primer contacto visual con Kenny Wheler fue a partir de la tapa de un trabajo grabado para ECM : Around 6. Tanto arte como música dentro de esa propuesta movieron mi visión interior de las nuevas consignas , que por aquel entonces estaban obnuviladas por Pat Metheny, que todo lo abarcaba dentro de la casa discográfica mencionada. No era fácil la aventura del músico en cuestión pero bien valía la pena escucharlo. Paso el tiempo, conseguí otro disco del canadiense para el sello Cam Jazz, WHAT NOW ?, grabado en el 2004, con un cuarteto de lujo teniendo después encuentros esporádicos con su música, uno no puede abarcarlo todo no ?. En esos espacios temporales de encuentros y desencuentros, me topo en mi último viaje a Córdoba con éste disco, que sin preguntar en la disquería directamente me lo llevé. Un salto sin red si se quiere. Esta introducción me lleva de manera irresoluta a hablar de mis sensaciones sobre la escucha del trabajo y de Thierry Péala con su fémina voz colocando una ambiguedad esplendorosa. No es fácil ponerle letra a una música bastante esquiva e imbricada como la del trompetista , que supervisó el proyecto de "pe a pa" y donde quienes conozcan con más sapiencia su música se quedarán con la original y no con ésta, que quizás desdibuje las formas y caiga en el pozo de las buenas intenciones no cumplidas. Hay un aura de vulnerabilidad en la voz del Francés quien canta con esa sensación algodonosa donde las melodías se perciben tranquilas como las olas perezosas que tocan la punta de nuestros pies.
La voz de Péala conjura elementos siniestros y opacos tanto como líricos y sensuales llevándonos también a los paraísos apolíneos y acogedores de la música interpretada aquí. La economía de recursos en el fraseo de la voz, su perversa ingenuidad, llevan al cantante a ofrecer un discurso límpido en el decurso de todo el disco.
No es fácil la aventura de ponerle letra y voz al planeta Wheeler,ofreciendo un trabajo más allá de los canones del jazz.
Un último dato que me parece importante, entre tanto sello discográfico dando vueltas, éste donde se grabó el cd reseñado , viene con paso lento pero firme y yo lo conocí a partir de un pianista excelente : Franck Amsallem. Agéndelo : Naive Records. Pasen y escuchen.

Thierry Peala - vocals
Norma Winstone - vocals
Kenny Wheeler - flugelhorn
Riccardo DelFra - double bass
Steve Arguelles - drums

Reseña : Micky Almada


miércoles, 4 de marzo de 2009

LA RADIOLINA

Mucho trabajo y poco tiempo hicieron que nos demoremos en publicar y por consiguiente reseñas de discos y anexos lo dejamos para la próxima . A todos los amigos que entren al blog les comento que ya estamos en condiciones de escuchar el programa en vivo todos los Viernes ( 20 a 21 hs PM, hora Argentina ) les paso el link de la radio donde pueden entrar a la página de la misma y de ahí a poner la oreja, además de notas, fotos, quienes somos, info, y actualidad del lugar donde vivo y el mundo : www.radiolv15.com.ar. Dentro del blog en "Escuchar Programa aquí".
Cuando no hay programación local, la emisora cuenta con la transmisión en directo de Radio Mitre de Buenos Aires.
Quiero compartir un ensayo fantástico de Ivo Martins, que es excepcional por prosa puesta en el texto, en el desarrollo de la idea y en articulación de palabras exactas colocadas con precisión de relojero suizo. Un absoluto disfrute para quienes nos relamemos con el sonido y la belleza que nos producen los buenos escritos. Al final él recomienda algunos trabajos a la hora de arroparse en la lectura de su ensayo, y mullirnos en algunas notas musicales que oficiarán de cómplices cuando nos dispongamos a leerlo. Yo cuando lo leía, lo acompañe por mi adalid preferido Jaco por siempre Jaco y les dejo más abajo "Honestly Live" por si las moscas.
Los espero este Viernes a la hora señalada y espero sus mails, para quienes nos quieran escribir, con sugerencias, pedidos, etc, etc, etc.


Jazz, mentiras y cintas de video

Frecuentemente tenemos dificultades para situarnos en un mundo donde la realidad es progresivamente manipulada y definida por la omnipresencia de imágenes comerciales, imágenes que se dimensionan en artefactos producidos en serie, en un contexto saturado de solicitudes, donde nada puede alcanzar el estado capaz de exprimir la totalidad de aquello que nos cerca. Lo que surge como arte son tentativas siempre parciales de captación e interpretación de lo real en transformación.

El jazz no puede escapar de este momento totalizador que vehicula una frialdad inquietante de tensiones y ambigüedades, desviándose de la alquimia de las emociones y del sentido poderosamente revolucionario de las percepciones visuales.
Como las historias de la vida, el jazz asume una narrativa en la que se acumulan descripciones ricas en fragmentos difíciles de articular en ideas coherentes. El espacio de la imaginación y de la memoria que se situaba en una época de referencias estables se alteró volviendo más o menos inútiles todos los elementos seguros del proceso de comprensión. Aprisionado y sometido a un agudo sentimiento de pérdida y de encubrimiento, el artista es el receptor limitado de la confusión causada por impulsos sin redención. Como un pequeño punto solitario central, desarrollado en la galaxia de ideas vulgares que cubren el espacio del jazz, el artista se posiciona en el arco musical organizado sobre la cúpula proteccionista del comercio. La música se define por la aparición de angustias y dudas, por el desarrollo de demonios que hoy ya no expresan el interior de un alma compleja y solitaria en la lucha por la supervivencia. La creatividad perdió las cualidades de superficie humanamente articulada en el espacio íntimo e individual, en oposición a todo lo que era inexprimible. No existen poderes capaces de convertir al artista en el grandioso personaje de su tiempo, el elemento fundamental en la preparación de una finalidad última de existencia: el arte como último momento de la libertad.
La cultura de masas se funde en la multitud de personajes. Seres amorfos manipulados como medios propagadores de consumo y piezas obedientes de la gran industria del entretenimiento. Lo más interesante es lo más extraño en todas las personalidades construidas en el vacío de los contenidos culturales, es el hecho de que continuaran dejándose arrastrar por la enorme fascinación que supera en nitidez a la realidad de donde partieron. La idea de espejismo en la cual no existe distinción entre el contenido y el suceso; el acontecimiento de glorificación. Las relaciones entre el arte, músicos, instrumentos, géneros, tipos, discursos y su contexto exterior ya eran estables. Actualmente son parcelas secundarias de una coyuntura definida según una óptica comercial. Relegados como estamos a los márgenes de la cultura, los asuntos de la estética, de la ética, de la autenticidad, de la originalidad, de la creatividad, ya no nos aseguran nada. El jazz es una idea platónica, un ideal para una minoría perdida en medio de un amplio proceso de uniformización sociocultural. Un fenómeno que va más allá de la representación de un país o de una cultura. La música no es una intención socialmente solidaria con todos los pueblos humillados y no pasa de ser una manifestación más en medio de muchas cosas materialmente atractivas. Al perder la capacidad de incentivar cambios urgentes, como acto creativo, la música pierde también su carácter reivindicativo y los elementos que intervienen en su interior en cuanto unidades mutables, relacionadas en la serie interminable de identificaciones y conceptos, que se asocian en imágenes absorbidas por la propia realidad, en el momento disforme del enrarecimiento cultural. El jazz y el arte son el espacio ambiguo e incoherente, redefinido en el juego instantáneo de muchos momentos, dotados de una evidente ineficacia creadora.
Los afroamericanos prestaron al jazz la riqueza de los fragmentos históricos, la variedad de la experiencia de la negritud (1), estructurada en la persona marginal que corrió riesgos, asumió ambiciones y actuó siguiendo el sentido de improviso. El artista estaba en la posición de probar permanentemente sus límites, renunciando a escoger los papeles conformes a un patrón coercitivamente establecido. La libertad se construye a partir de la renuncia, en la capacidad de desarrollar, por contacto con el peligro, un perfeccionamiento peculiar capaz de ultrapasar la visión de la cultura como forma opresiva. El músico afroamericano acumuló un legado histórico complejo, con importantes referencias de credibilidad ausentes en su narrativa, apoyada en tradiciones y en el pensamiento social y político que influenció su cultura.
Cuando se da el encuentro del jazz con la música tradicional europea (2), su interior se revela: momentos de profunda revisión y un radical proceso de auto-negación. En el encuentro de las dos músicas, en una matriz de civilización coincidente con experiencias históricas diferentes, fue relativamente fácil percibir la definición de los papeles de cada una. El lado opuesto de este proceso comparativo se sitúa en el campo europeo de la música que enfatizó el elemento de abstracción estética, muy distante de los problemas de libertad y de raza que el jazz transportaba.
La mirada del público y del aficionado se volvió mirada sobre el cuerpo objetivado (3). Todo deja transparentar la necesidad de auto-promoción para poder existir. El cuerpo asume un papel fundamental en la determinación de los límites del ser, sirviendo como cartel para el ego disminuido o lleno de poder. La publicidad ayuda a mantener este estado de excesiva irrupción de los sentidos en exhibiciones redundantes de cada cuerpo, seleccionado por sus características fotogénicas, a conquistar espacios de supervivencia en un territorio dominado por una concurrencia total. Se procura pensar una plasticidad para la imagen, transformándola en un producto manipulado, una perfección actualizada en la visión de los cuerpos sin mácula. La mayor parte de las estrellas de cine, de los cantantes pop y de los modelos tienen que proyectar su cuerpo como si fuese una especie de subtexto sexual. Esa narrativa es pura performance. La moda ayudó a ampliar ese concepto que pasó de una muestra de ropa a una coreografía personal y teatralizada del cuerpo en movimiento. El mundo está cargado de imágenes que nos someten a una falsa mitología, en la fascinación y en el glamour de la cultura mass-media que endiosó el design y atribuye a los publicitarios la tarea de excitar la estimulación de los deseos. El análisis de la realidad no puede reducirse a la retórica de la sátira de las costumbres, donde las ironías abundan entre desastres, anorexia, desfiles, bellezas, silicona, pornografía, culturismo, cosmética y cirugía.
La ilusión ya no posee el efecto utópico de las profecías y cuando encontramos un cuerpo que sea sinónimo de saludable, estamos justificando todos los sufrimientos de la Humanidad. La búsqueda absoluta del bienestar, inseparable de la búsqueda de forma ideal, vehicula la náusea que las personas sienten por sus propias imperfecciones.
El cuerpo es un artefacto multimedia. Una mezcla de orígenes eclécticos, desenraizadas en la performance cinética y audiovisual de lo perfecto, que consiguen a través de una poderosa cosmética y de la práctica, atenuar una señal de dolor y de autocastigo, transformándose lentamente en un facsimil redentor: ideal/irreal. Este cuerpo alterado por restricción y miedo es un espacio extrañamente desmaterializado, como una sonrisa perfecta de una estrella de cine. Su poder de envolver en fantasías la compra insistente de objetos, la metáfora del bien idealizado en el cuerpo perfeccionista, reinventado a través de la fotografía comercial, son algunos de los símbolos de la perfección en medio de la degradación global.
Lo que seduce es la pluralidad de las voces que describen situaciones imposibles de ser representadas en su contenido. Vivimos sobre la negación acumulada que nos impide establecer con la música y con el arte un método ejemplar de entendimiento sobre el mundo. Continuamos dependiendo de la capacidad de captar la atención de los otros, para provocar una emoción y forzar respuestas -el momento eminentemente privado-, donde contemplamos el distanciamiento que nos rodea. El acto de crear se redime en el momento de nuestra gran soledad. Cuando escuchamos alguna cosa diferente actuamos creativamente sobre el silencio. Un silencio que existe y que se confronta con lo que oímos, exprimiéndose en la experiencia imposible de fijarse en narrativa. La desnudez del carácter y el silencio de la sensibilidad, en el momento del descubrimiento del grado de imponderabilidad y de aislamiento comunicativo en que nos encontramos, muestra el verdadero desafío de supervivencia localizado en cada acontecimiento diario –el espacio de tiempo imposible de distinguir de lo inexprimible, o aquello que es apenas difícil de describir- como una señal de impotencia. El silencio no es la experiencia del individuo solitario, sino la consecuencia social de su identidad. Las palabras no son buenas sino para exprimir la realidad. La voz, cuando ocurre como el grandioso momento sonoro de la descripción, continua incapaz de transformar lo que sentimos, y entonces permanecemos cerrados en lo inenarrable en medio de entidades fallidas e imperfectas. El jazz revela la imagen retenida en el espacio vacío y abierto por un grito que hace de la negación del lenguaje su sonido, en el terror elevado a los límites de la mudez absoluta.


Traduccion: David Romero

Ivo Martins
Santo Tirso 2004



(1)
Fred Anderson + Hamid Drake: Back Together Again (Thrill Jockey, 2004)
Fred Anderson: Back at the Velvet Lounge (Delmark, 2002)
Josh Abrams: Cipher (Delmark, 2003)
William Parker Violin Trio: Scrapbook (Thirsty Ear, 2002)

(2)
Sebastien Teixer Quintet: Chimères (Night Bird Records, 2002)
Rodrigo Gonçalves: Tribology (Capella, 2004)
Miroslav Vitous: Universal Sincopations (ECM, 2003)
Active Ingredients: Tritations (Delmark, 2002)
Tomasz Stanko: Suspended Night (ECM, 2003)

(3)
Jaco Pastorius: Honestly Live Solo (Jazzpoint, 1990)