martes, 27 de julio de 2010

EL PARADIGMA DEL SILENCIO

Manfred Eicher, fundador y presidente del sello ECM, hablaba recientemente con Richard Williams para una entrevista publicada en The Guardian en la que daba las claves de la supervivencia de su sello pese a la virtual desintegración de la industria discográfica.
En la introducción de la entrevista Williams describe el despacho de Eicher con un escritorio en el que aparece una novela de John Cheever y un libro de poemas de Wallace Stevens. También hay una fotografía de su amigo Jean-Luc Godard y un calendario en el que se percibe la apretada agenda de trabajo del productor: unas tres docenas de álbumes a editar este año, de músicos y compositores como Keith Jarrett, Arvo Part, Jan Garbarek, Anouar Brahem y Gidon Kremer, entre otros. No es el ejecutivo típico de la industria musical, quizá es éste el motivo por el que ECM parece sobrevivir a la crisis de la industria, cuarenta años después de que Eicher comenzara en ella.
Para sus muchos seguidores, ECM mantiene una cierta aproximación introspectiva tanto a la música como a su escucha. Sus ediciones, unas mil hasta la fecha, están grabadas, editadas y empaquetadas con un refinamiento deliberado que habla del amor que Eicher profesa por el jazz mezclado con su personal sensibilidad noreuropea. Y parece que esos argumentos resultan ganadores: mantiene unas nada pretenciosas oficinas en las que hay catorce empleados –aparte de sus oficinas de Nueva York y París- desde donde trabaja con remarcable éxito e inflexible independencia. Cuatro décadas después del tímido lanzamiento de Free at Last, del pianista Mal Waldron, sigue produciendo trabajos que no dejan de incrementar sus ventas.
Cuando la mayoría de los sellos se mantienen gracias sólo a la diversificación y a que dejan de ser los mismos, parece que a ECM le ocurriese todo lo contrario y aunque ahora sus grabaciones de jazz presentan algunas veces laptos y samplers, siempre se cuida y mantiene el principio del “gusto del productor”.
Ese gusto de Eicher se formó con su aprendizaje como contrabajista clásico y con su acercamiento al jazz a través de Miles Davis y su Kind of Blue o del trío de Bill Evans.
Eicher explica: “La década de los 60 fue el momento en el que muchas cosas se pusieron en marcha -Ornette Coleman, Bill Evans, Cecil Tayor, Paul Bley, Coltrane, toda aquella gente.
Y también en el teatro y en el cine había cosas realmente importantes: Godard, Bresson, Bergman, Antonioni -todos ellos son todavía puntos de referencia frecuente para nosotros. Lo que ahora surge es muy diferente: si hablamos de música improvisada creo que aquellos grandes músicos son irreemplazables. No veo otro Miles Davis en el horizonte, u otro Coltrane. Puede que haya lentos cambios, con mucha electrónica, nuevos sonidos y quizás combinaciones más interesantes. Puede ser que algo surja de esto”.
Eicher asegura que él no se fija en las cifras de ventas de sus artistas: “Para mí el éxito está en la calidad del disco y en la respuesta que obtengamos. Si los medios se interesan y además nos escribe gente directamente desde Indonesia o Vietnam, ésa es la medida que nos mueve”.

Fuente : The guardian
Foto : Daniel Vass
Publicación : Cuadernos de Jazz

2 comentarios:

Carlos dijo...

Excelente, como siempre. Me tomé la libertad de re-publicarla en mi blog. Abrazo.

Impronta de Jazz dijo...

Gracias Carlos!!! Eres bienvenido siempre por aquí, un abrazo!!!