miércoles, 11 de noviembre de 2015

MAT MANERI + TANYA KALMANOVITCH - LA MONTAÑA MÁGICA



Los excepcionales violistas Tanya Kalmanovitch y Mat Maneri, entre otros méritos artísticos, han sido pioneros en el desarrollo de las técnicas, conceptos e ideas que llevaron a que su instrumento ocupe un lugar de privilegio en el territorio de la improvisación musical contemporánea.

Tanya Kalmanovitch es una violista, violinista, escritora y etnomusicóloga nacida en Canadá cuyo trayecto musical aparece atravesado por la música clásica, el jazz y la música improvisada experimental. En su obra se dan cita el trío que conforma con el pianista Anthony Coleman y el acordeonista Ted Reichman, sendos dúos con la pianista Myra Melford (materializado en el álbum Heart Mountain de 2007) y el violista Mat Maneri y también congrega un amplio rango de trabajos junto a músicos de jazz como Mark Turner, Benoit Delbecq, Mark Helias, Chris Speed, Tom Rainey, Dan Weiss, etc.


La primera vez que tocamos juntos, hace una década, sabíamos que algo especial estaba en el aire. Parte de ello es nuestra historia con el instrumento. Ambos tocamos la viola, el héroe desconocido del mundo de las cuerdas, y cada uno de nosotros se trazó su propio camino como improvisadores en un momento en el que tocar jazz con este instrumento era todavía un oxímoron.

Pero en realidad, es porque compartimos las mismas creencias básicas respecto de la música. Para cada uno de nosotros, la improvisación no es acerca de “dejar ir”, sino que se trata de “profundizar en”. Es una disciplina; un espacio ritual que nos une al momento y tenemos que estar presente para cada posibilidad. Cuando tocamos, escuchamos con algo más que nuestros oídos: percibimos con todas las partes de nuestra experiencia.

Tocamos fuera de la creencia de que cada uno de nosotros tiene una voz personal, “una melodía secreta” que interpreta la calidad de la esencia de nosotros mismos. Esa voz demuestra la tensión, la incertidumbre y la diferencia tan literal y figurativa del contrapunto. Se trata de la empatía de hacerlo audible. Y cuando podemos tocar de esta forma, creamos un espacio para que otros hagan lo mismo.




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