“
Once Like a Spark” de Jane Ira Bloom suena como si el aliento mismo buscara abrir un pequeño umbral en el silencio.
Bloom vuelve a hacer de su soprano un hilo fino, cálido, casi ingrávido, pero cargado de una emoción que no necesita levantar la voz.
En este trabajo, cada frase parece un destello que se enciende y se apaga con suavidad, como si recordara que la belleza es siempre frágil y fugaz. Su lirismo —siempre tan humano, tan directo— se despliega sin artificios, con una claridad que conmueve más por lo que sugiere que por lo que afirma.
Es un disco que respira intimidad: uno se siente invitado a escuchar de cerca, a dejar que esa luz tenue toque algo propio. Bloom no busca deslumbrar; busca conmover. Y lo logra con una elegancia que nace, justamente, de la honestidad del gesto.

No hay comentarios:
Publicar un comentario