
ENIGMA SOBRE LA DURACIÓN PERTINAZ DEL JAZZ
"No era una pregunta, pero cómo decirlo de otro modo"
JULIO CORTÁZAR
Si todos habláramos como lo hace el jazz: sería todo más fácil. Los hombres (y las mujeres) gustamos de las melodías, no nos importan las palabras, a no ser que algún entrometido las traduzca.
Si habláramos en melodías, en notas elípticas, si no interrumpiéramos la evidencia claudicante de los pianos con necios argumentos, seríamos más fuertes, más libres, menos abusados. Sólo los buenos hombres - los valientes - conocen la expresión de aquel que mira "como si de golpe se hubiera quedado sin una gota de sangre". Y hablar en jazz es hablar sin sangre. Sólo los amantes saben hablarse en notas divergentes, en saxofónicos enredos, hay una voz ronca que repite, circularmente, el vicio inclemente de querer, de no explicarle al otro ese acumular noticias para la gran ejecución. Nadie es excluido en el Jazz y en el pabellón que nunca hemos imaginado tantas veces, en el que nunca hemos estado. Los lenguajes sombríos tienen que ser superados. Sólo quien se ha carcomido los dedos sobre las cuerdas, los nudillos tras la baqueta, los ojos tras el humo del cigarro que muere con el nacimiento de las notas blanquinegras, sabe que tras el jazz y el amor se esconden armas secretas. Las mujeres sólo se han logrado entender en suspiros como si un olor a siesta les invadiera ojos; los hombres quieren romper la carne incesante de la perfecta clarividencia del sinfónico "No". Sólo después de haber derrotado las necias palabras, esos sonidos desperdiciados en bucles, horrorosas libertades de atarse el amor al cuello, la improvisada felicidad no da espera.
Escuchar jazz es como hablar por un teléfono, sólo que las palabras suenan muy bien contra el pelo del teléfono, contra la boca húmeda del tocadiscos. El jazz es apenas un ángel "fiel como el aliento", un adiós tan colectivo y falso, "arte de fatigar y desconcertar tanta inocencia lastimada".
Intro : Micky Almada
Fuente : FERNANDO VARGAS VALENCIA
Poeta Colombiano y gestor Cultural
Texto extraído e incluído en su
libro inédito "Instantes del espacio Corrugado".
Si habláramos en melodías, en notas elípticas, si no interrumpiéramos la evidencia claudicante de los pianos con necios argumentos, seríamos más fuertes, más libres, menos abusados. Sólo los buenos hombres - los valientes - conocen la expresión de aquel que mira "como si de golpe se hubiera quedado sin una gota de sangre". Y hablar en jazz es hablar sin sangre. Sólo los amantes saben hablarse en notas divergentes, en saxofónicos enredos, hay una voz ronca que repite, circularmente, el vicio inclemente de querer, de no explicarle al otro ese acumular noticias para la gran ejecución. Nadie es excluido en el Jazz y en el pabellón que nunca hemos imaginado tantas veces, en el que nunca hemos estado. Los lenguajes sombríos tienen que ser superados. Sólo quien se ha carcomido los dedos sobre las cuerdas, los nudillos tras la baqueta, los ojos tras el humo del cigarro que muere con el nacimiento de las notas blanquinegras, sabe que tras el jazz y el amor se esconden armas secretas. Las mujeres sólo se han logrado entender en suspiros como si un olor a siesta les invadiera ojos; los hombres quieren romper la carne incesante de la perfecta clarividencia del sinfónico "No". Sólo después de haber derrotado las necias palabras, esos sonidos desperdiciados en bucles, horrorosas libertades de atarse el amor al cuello, la improvisada felicidad no da espera.
Escuchar jazz es como hablar por un teléfono, sólo que las palabras suenan muy bien contra el pelo del teléfono, contra la boca húmeda del tocadiscos. El jazz es apenas un ángel "fiel como el aliento", un adiós tan colectivo y falso, "arte de fatigar y desconcertar tanta inocencia lastimada".
Intro : Micky Almada
Fuente : FERNANDO VARGAS VALENCIA
Poeta Colombiano y gestor Cultural
Texto extraído e incluído en su
libro inédito "Instantes del espacio Corrugado".