Amigos no resulté ganador del Premio Raíces, donde quedamos ternados. Fue importante la participación, pero lo nuestro no son los comienzos del jazz, somos otra generación, que mira más profundamente al aljibe sonoro del género. Aún así hay lugar para todos y así tiene que ser. A nuestra vuelta de Bs.As. pasamos este trabajo de consistencia viscosa a cargo de un músico de personalidad telúrica, que vale la pena.-
Este trabajo que comentamos data de 1992, siendo registrado por el sello suizo HatOlogy, que como tantos otros de un tiempo a esta parte ni noticias por acá.
En esta histórica grabación fue secundado en lo que por aquel entonces era su cuarteto regular, sumando a su sonido trompeta y vibráfono, algo poco común en la ornamentación del sonido "Lacy" lo cual le dio una magnífica amplitud de miras, a la hora de reinventar los distintos cortes compuestos por su ex-jefe de filas.
A través del disco ( once tracks ) Steve es el engranaje principal que muestra fluidez compenetración y dominio, sobre un terreno que conoce de manera irresoluta. Otro punto de interés es la complicidad intuitiva entre Lacy y Potts para resolver nuevas figuras sobre las composiciones del homenajeado, apoyado en sus años junto al monje. Pensar que su carrera comenzó con el Dixieland junto a Red Allen, y su registro pronto se desbocó virando plausiblemente a las arenas del Free.
Un detalle estético que me parece importante, la foto de la portada del disco es un axioma de borrosa belleza difícil de encontrar. Un atinado homenaje lírico y osado, de escucha obligada.
Reseña: Micky Almada
Steve Lacy y Steve Potts (saxo).
Hans Kennel (trompeta).
Jean-Jacques Avenel (contrabajo).
John Betsch (batería)
EL MONAGUILLO
Prolífico en su carrera discográfica, vanguardista en su sonido y recuperador, para la maraña inacabable de sonidos jazzeros, del saxo soprano, su obsesión musical fue siempre la evocación a la música de quien fue su influencia artística con más acervo espiritual y cultural, Thelonious. Desde mi punto de vista éste es un trabajo esencial para quienes quieran acercarce al sesgo de un músico fascinante, que trabajó la inspiración de sus composiciones y re-lecturas colaborando con poetas, artistas visuales, pintores y hasta una codiciosa ópera con improvisaciones llamada "The Cry".Este trabajo que comentamos data de 1992, siendo registrado por el sello suizo HatOlogy, que como tantos otros de un tiempo a esta parte ni noticias por acá.
En esta histórica grabación fue secundado en lo que por aquel entonces era su cuarteto regular, sumando a su sonido trompeta y vibráfono, algo poco común en la ornamentación del sonido "Lacy" lo cual le dio una magnífica amplitud de miras, a la hora de reinventar los distintos cortes compuestos por su ex-jefe de filas.
A través del disco ( once tracks ) Steve es el engranaje principal que muestra fluidez compenetración y dominio, sobre un terreno que conoce de manera irresoluta. Otro punto de interés es la complicidad intuitiva entre Lacy y Potts para resolver nuevas figuras sobre las composiciones del homenajeado, apoyado en sus años junto al monje. Pensar que su carrera comenzó con el Dixieland junto a Red Allen, y su registro pronto se desbocó virando plausiblemente a las arenas del Free.
Un detalle estético que me parece importante, la foto de la portada del disco es un axioma de borrosa belleza difícil de encontrar. Un atinado homenaje lírico y osado, de escucha obligada.
Reseña: Micky Almada
Steve Lacy y Steve Potts (saxo).
Hans Kennel (trompeta).
Jean-Jacques Avenel (contrabajo).
John Betsch (batería)
1 comentario:
Algo tenías que decir de un músico que es capaz de viajar desde el Dixie hasta “Amarcord”, pasando por Monk, Gil Evans, Cecil Taylor, Kenny Burrell o Miles Davis, aunque si quieres que te diga la verdad siempre lo he apreciado trabajando junto a Mal Waldron, piano y viento, mejor si lo hacen a solas.
Después de leer tu artículo he revisado la discografía de Lacy, no hay palabras, y a pesar de ello es un auténtico desconocido para mucha gente. Como mínimo es la demostración que todo esto no terminó con Trane y lo más angustioso, hay muchos Lacys por ahí olvidados.
Volveré a escuchar “Hot house” y su “Pequeña flor”, que de casi nada se puede obtener todo.
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