Existe una dinámica parasitaria entre los miembros del dúo capitalino. Es fácil darse cuenta al ver sus presentaciones en vivo: se puede apreciar cómo ambos agotan su energía en favor de algo que los trasciende. No hay una distinción clara entre los ruidos y texturas (aparentemente) aleatorias que provienen de la electrónica y las contorsiones vocales de Rodrigo Ambriz y Julián Bonequi. El dúo siempre ha difuminado la línea que separa el ser, la tecnología y el sonido, y cómo abren su producción más reciente, con cada integrante entrando en escena y luego fusionándose de manera macabra, parece ser una oda a ese manifiesto. Esto queda perfectamente resumido en su arte de portada, la cual representa a un parásito y su anfitrión involuntario.
Programmatic Evilness comienza con gárgaras, chillidos y silbidos, mientras que los efectos electrónicos intentan seguir el ritmo; finalmente, la batería amplificada de Julián Bonequi llega para agregar volumen y masa, retumbando en un registro grave distorsionado, completando esta escena grotesca. A pesar de su total deslinde de un lenguaje musical establecido, de entre todo el caos podemos identificar un vínculo muy claro con los sonidos de artistas como Hanatarash, Naked City, Yosuke Yamashita, Milford Graves y Senyawa (entre otros pilares de la vanguardia y el ruidismo). Sin embargo, (SIC) mantiene intacta su esencia, operando dentro de su propia burbuja idiosincrásica.
“Caminata del quemado” es un track que puede resultar engañoso, pues su ritmo constante podría darnos la impresión de que esta será una pieza con una estructura fija, y para los estándares del dúo capitalino, puede que este sea el caso, pero, de hecho, es uno de los mejores momentos del álbum por cómo evoluciona sin perder su toque bizarro. En un breve segmento televisivo dedicado al dúo hace ya algunos años, Bonequi hace mención de cómo es que, sin importar que tan improvisado suene todo, realmente hay un trabajo de composición detrás, y “Caminata” nos deja ver esa parte más organizada.
La producción está en un punto medio en donde podemos apreciar cada detalle con claridad sin que la obra se sienta demasiado pulida y bien portada, pero el aspecto que merece ser resaltado, es que el fulgor de la entrega de Ambriz y Bonequi queda plasmado con esa crudeza que caracteriza sus presentaciones en directo, lo que hace de esta placa un excelente simulacro de lo que se puede esperar al compartir un espacio con el dúo en acción. Momentos como la última mitad de "Aquello que sobreviva" realmente logran crear una presencia más allá de las bocinas. La energía es pesada y uno no puede evitar ser víctima de este nivel de intensidad.
Programmatic Evilness no pierde su fuerza visceral en ningún momento, pues esta energía instintiva siempre ha sido el principal motor del trabajo de (SIC). Todo es propulsado por el ruido, el frenesí y el juego de timbres ásperos tanto de la voz como de las confecciones electrónicas. No obstante, otro elemento bastante inherente de la agrupación es su acercamiento a lo ritualístico, y las piezas que forman esta obra guardan cierta cualidad meditativa y tribal que no está tan latente en trabajos anteriores; de esta manera, Bonequi y Ambriz crean un monstruo que no teme ceder ante sus pulsiones más básicas y salvajes, pero que tampoco se muestra renuente a la introspección, incluso si esta resulta tan violenta y tempestuosa que el caos que se suscita alrededor.
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